martes, 26 de mayo de 2009

IMPACTO DE LAS TIC EN LOS PROCESOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA INTERNET EN EL TRABAJO DEL COMUNICADOR SOCIAL





REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL P.P. PARA LA EDUCACION SUPERIOR
UNIVERSIDAD CATOLICA CECILIO ACOSTA
CATEDRA: TEORIA DE LA COMUNICACIÓN.








IMPACTO DE LAS TIC EN LOS PROCESOS DE
COMUNICACIÓN SOCIAL Y VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA
INTERNET EN EL TRABAJO DEL COMUNICADOR SOCIAL










BACHILLER
PEDRO LUIS GIMENEZ
C-I: 16.303.067
SECCION: 1
Profesor:
Radamés Larrazábal
LAR- 2009.







IMPACTO DE LAS TIC EN LOS PROCESOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA INTERNET EN EL TRABAJO DEL COMUNICADOR SOCIAL


Los avances en la informática, la telemática y el advenimiento de las tecnologías de la información y Comunicación (TIC) hacen que en esta Sociedad de la Información se creen nuevos espacios para las relaciones interpersonales, la construcción de la identidad colectiva, la adquisición de conocimientos y el disfrute de servicios. Todo esto modificando a la vez los modos de producción, procesamiento, almacenaje y distribución de la información. Algunos autores creen que la Sociedad de la Información colabora con el desarrollo de la creatividad humana y del intelecto de las personas por encima del consumo material. Sin embargo, no todos son tan benevolentes ante esta Sociedad.

La atracción que ejercen las TIC en las generaciones jóvenes es otro punto a favor de la utilización de éstas en la educación. Niños y adolescentes, que tienen alcance a la red de redes, manejan con facilidad las herramientas de búsqueda de información, descarga de archivos y correo electrónico para sus tareas. También, cada vez más los centros educativos crean plataformas para facilitar a sus estudiantes guías, material de clase, tareas y listas de calificaciones; pero aún queda mucho que explotar con este recurso.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación

Desde que el hombre existe, existe también la comunicación. El humano es un animal social, que requiere de otros como él para subsistir, lo que lo ha llevado a comunicarse con los demás; esto ha sido ha sido así desde la prehistoria hasta nuestros días.

En la medida en que la sociedad ha ido creciendo y haciéndose más compleja el resguardo de la memoria ha pasado a ser un elemento fundamental para la comprensión de la realidad y la creación de la identidad colectiva. Este resguardo se hizo más permanente gracias a la escritura, ya que ésta supone un asentamiento de los conocimientos y las ideas de las diferentes épocas, logrando archivar parte de la memoria de la humanidad.

Hoy en día las Tecnologías de la Información y la Comunicación han cambiado a pasos agigantados, estos métodos de preservación de la memoria de la humanidad. Al digitalizar la información y convertir los espacios físicos en virtuales se crean mecanismos de fácil acceso para la sociedad y relativamente económicos.

Para los comunicadores sociales este avance tecnológico es un gran reto, ya que la misma exige al comunicador social estar actualizado cada día, para ampliar sus capacidades en general y al mismo tiempo ofrecerla a toda la colectividad, de manera creativa para que pueda causar gran impacto al destinatario o en su efecto receptor; esto además permite que la comunicación pueda darse de manera sincrónica y asíncrona donde brinda la oportunidad de interactuar con el receptor y pueda opinar sobre la información dada.

Si hablamos de las ventajas y desventajas del internet en el trabajo del comunicador social.

Se puede decir que las ventajas son muchísimas, desde la búsqueda he investigación y creación de los contenidos, hasta la formación de los portales o site, la internet no es mas que un gran punto de apoyo con gran cantidad de direcciones Web con gran cantidad de contenidos o informaciones de gran interés para la colectividad, y por supuesto, nadie sabe trabajar mejor contenido que un comunicador social. Otro punto importante que debemos considerar es que la internet se ajusta a un gran mercado en el mundo, ya que las noticias deben tener mayor cobertura cultural o en tal caso ver detallada y muy claramente el segmento de interés, de otra manera no se atrae ni a los lectores mundiales ni a los del segmento de nuestro interés.

Hoy en día la Web ofrece nuevas oportunidades de comunicación, como también es un excelente camino a descubrir ya que es una gran opción para los comunicadores sociales, este medio nos permite estar informados de cualquier hecho en el mundo, como por supuesto le permite realizar su trabajo al comunicador social con mayor puntualidad.

Las desventajas del internet para el comunicador.

En estas se produce una escritura de muy baja calidad y que no llenan las expectativas reales y básicas de la gramática, que nos conduce a utilizar abreviaturas que no están en los diccionarios, la internet abre las puertas a una comunicación mixta, pero no se debe olvidar de escribir y hablar bien según sea el momento, y sobre todo no hagamos de esa mixtura una degradación de nuestro lenguaje, hay que estar seguro si la información obtenida por esta vía son ciertas o no, como comunicadores debemos estar seguro de la veracidad de la información .



CYBERGRAFIA:


www.comunicanet.com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=81&Itemid=28
http://200.2.12.132/SVI/images/stories/rb/pdf/tesis_romulo.pdf
www.popempresas.com/br/ventajas-y-desventajas-de-los-medios-de-comunicacion/8
http://www.pangea.org/
http://www.razonypalabra.org.mx/
www.dialogodigital.com

jueves, 21 de mayo de 2009

APORTES LATINOAMERICANOS A LA TEORÍA DE LA COMUNICACION

REPUBICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL P.P. PARA LA EDUCACION SUPERIOR
UNIVERIDAD CATOLICA CECILIO ACOSTA
CATEDRA: TEORIA DE LA COMUNICACION














APORTES LATINOAMERICANOS A LA TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN DE: ANTONIO PASQUALI, MARIO KAPLÚN, ARMAND MATTERLAT, JESÚS MARTÍN BARBERO, NESTOR GARCÍA CANKLINI, MIGDALIA PINEDA DE ALCAZAR












BACHILLER
PEDRO LUIS GIMENEZ
C-I: 16.303.067
SECCION: 1 Profesor:
Radamés Larrazbal
LAR- 2009








ANTONIO PASQUALI

El ser humano desarrolla la capacidad de comunicar en grado máximo, como instrumento de interacción, de descubrimiento de la presencia del ‘otro’, de ‘con-saber’, de saber con alguien. La comunicación así entendida es bivalente, de modo que quien transmite puede recibir y quien recibe debe poder transmitir. Hay en ello un carácter dialógico, que se da entre individuos con autonomía ética.
La comunicación supone un intercambio dialéctico de mensajes, en la que los polos dialogantes pueden hacer reversible la dirección del flujo y poseen una simetría basada en la posesión del máximo ‘coeficiente de comunicabilidad’, que es el que distingue la comunicación humana de otras formas de comunicación con bajos coeficientes.
Pasquali diferencia la comunicación de la información, siendo esta última un proceso de transmisión asimétrica, donde los mensajes emitidos carecen de retornos no mecánicos, esto es, con bajo coeficiente de comunicabilidad. El diálogo se sustituye aquí por la alocución, por el camino unidireccional y sin retorno del mensaje.
En coherencia con todo ello, propone sustituir el concepto de ‘teoría de la comunicación’ por el ‘teoría de la información’, con una clara distinción entre las vertientes cibernética y antropológica del denominador teórico o conceptual. Para Pasquali, la teoría matemática de la información cobra sentido cuando se reconoce entidad cognitiva al receptor.

Pasquali afirma que en realidad no es correcta la denominación de medios de comunicación de masas, porque no hay en el proceso que describen bivalencia, simetría, diálogo. Se trata de medios de información, con un coeficiente de comunicabilidad bajo. Los medios no sólo cosifican al receptor, sino que producen sobre él un efecto paralizante, ya que le restringen su posibilidad real de la comunicación, su capacidad de intervención. Entre los medios y la sociedad se da una relación de mutua ‘inmanencia dialéctica’, resultando que el nivel cultural de una sociedad dada está relacionado con el papel que juegan los medios, de modo que cuando el nivel cultural es más bajo el efecto de aquellos sobre la sociedad resulta mayor. E insiste en que no se puede suplantar el fenómeno antropológico de la comunicación por el espacio de los medios, ya que se trata de una ‘aberrante reducción’.
En muchos aspectos, especialmente en su concepción de las ‘industrias culturales’, su crítica a la prevalencia mercantil en los procesos mediáticos, la crítica a las doctrinas funcionalistas norteamericanas, etc., el pensamiento de Pasquali está relacionado con la Escuela de Francfort, pero, no obstante, al trazar sus argumentos desde la realidad latinoamericana, incorpora las nociones de dependencia, aboga por el desarrollo de políticas nacionales, cree en el uso de los medios como instrumentos de modernización y proyección pedagógica, al tiempo que analiza, con criterios teóricos innovadores, el fenómeno de la acción comunicativa desde vertientes antropológicas, económicas, culturales y políticas.


Mario Kaplún


Según se conciba a la educación/comunicación será el uso de los medios de comunicación en la enseñanza. Y hay dos modos de entender y asumir esta dupla: el vertical y unidireccional, y el que considera al educando como sujeto de un proceso en el que se aprende de y con los otros. En el primer caso, el uso de los medios reproducirá la uní direccionalidad, acriticidad y la imposibilidad de una relación dialógica. En el segundo, ese uso se lo hará en un espacio cuyos protagonistas son verdaderos interlocutores. Mario Kaplún reflexiona y propone en torno a estos dos modelos.
Educación y comunicación son dos términos que pueden ser entendidos de muy diversa forma; y, según se los entienda, se abordará con muy diferente criterio el uso de los medios en la enseñanza. Con todo el riesgo de una simplificación esquemática, se puede distinguir entre dos modos de entenderlos; y la opción por uno de ellos atravesará y permeará toda la práctica educativa.


Medios que hablan...

Por una parte, se perfila el modelo transmisor, el que, al concebir la educación como transmisión de conocimientos para ser memorizados y "aprendidos" por los educandos, sitúa a estos últimos como objetos receptáculos y depositarios de informaciones.

Es el típico modelo escolástico de la clase frontal, con el docente al frente y los alumnos escuchando (o haciendo como que escuchan) para después ser evaluados por la literalidad con que repiten y reproducen lo escuchado. Podrá argüirse que tal modelo ha sido definitivamente condenado al destierro por la ciencia pedagógica, pero una mirada honesta a la realidad escolar reconocerá que, como "los muertos que vos matáis" del drama de Don Juan, sigue gozando de rozagante salud.
Paralelamente, en el ámbito de la comunicación, se sustenta el modo clásico de entenderla como transmisión unidireccional de mensajes por un emisor ("locutor") a unos receptores ("oyentes"). Y también esta concepción monologal puede ufanarse de un óptimo estado de salud: está firmemente implantada en la sociedad e internalizada en el tejido social.

Se advierte fácilmente la correspondencia entre ambos paradigmas, el educacional y el comunicacional. Resulta natural, entonces, que, cuando se opera dentro de ellos, el uso de los medios en el aula adquiera una determinada impronta: reducida al papel de mero auxiliar instrumental, la comunicación será equiparada al empleo de medios tecnológicos de transmisión.

Fue así cómo comenzaron a usarse -y aún siguen más de una vez usándose- los medios en las aulas. Cierta enseñanza se autoproclamó "moderna" porque desplegaba aparatos y recursos audiovisuales. Empero, a poco que se examinara la pedagogía subyacente en el interior de esas prácticas, bajo el vistoso maquillaje resurgían las arrugas del viejo y glorioso modelo transmisor. Los mensajes eran expositivos y cerrados sobre sí mismos, sin resquicios para la reflexión y menos aun para la participación de los educandos.

Creyendo "usar y aprovechar los medios", lo que aquella tecnología educativa hizo, en realidad, fue someterse a la lógica de estos: reproducir acríticamente su modalidad unidireccional sin buscarle alternativas dialógicas. (Y preciso es convenir que los propios profesionales de la comunicación alimentaron el equívoco y aceptaron ser vistos y utilizados como suministradores de recursos técnicos y envasadores de mensajes mediáticos).

Lo que aparentaba ser una modernización de la enseñanza, por cuanto la asociaba a las nuevas tecnologías electrónicas, se tradujo así, evaluado en términos pedagógicos, en un estancamiento, por no decir en un retroceso. Sé de algunos maestros muy críticos de los medios masivos y firmemente persuadidos de la necesidad de fomentar en los educandos una postura crítica ante los mensajes mediáticos pero, a la vez, enquistados en el método tradicional de clase frontal.


Lo que hacen, entonces es "dar" a sus alumnos "una clase" sobre los medios, en la que les dicen lo que es bueno y lo que es malo en la televisión y les prescriben lo que tienen que ver y lo que no deben ver. Con lo cual, en suma, sustituyen una imposición por otra imposición.


...y medios para hablar


El otro modelo educativo es el que pone como base del proceso de enseñanza/aprendizaje la participación activa de los educandos; que los considera como sujetos de la educación y ya no como objetos-receptáculos; y plantea el aprendizaje como un proceso activo de construcción y de re-creación del conocimiento. Para esta concepción, todo aprendizaje es un producto social; el resultado -tal como lo postuló Vygotsky- de un aprender de los otros y con los otros. Educarse es involucrarse en una múltiple red social de interacciones.
Obviamente, esta opción también tiene su correlato en comunicación, entendida y definida como diálogo e intercambio en un espacio en el cual, en lugar de locutores y oyentes, instaura interlocutores.

Un paradigma así plasmado siempre va a derivar en prácticas comunicativas, aun cuando -como observa Prieto Castillo- no se disponga más que de pizarra y tiza. Desde él, bienvenidos los recursos tecnológicos y la introducción de los medios en el aula. Porque se los usará crítica y creativamente, desde una racionalidad pedagógica y no meramente tecnológica; como medios de comunicación y no de transmisión; como generadores de flujos de interlocución.

A setenta años de distancia, los comunicadores-educadores aún tenemos mucho que seguir aprendiendo de ese admirable educador que fue Freinet, el creador del periódico escolar como medio de aprendizaje. No solo por haber sido el primero -o, al menos, uno de los primeros- en introducir medios de comunicación en la escuela (implantó la imprenta en el aula, y llevó a esta la prensa, el gramófono y el disco, la radio, el proyector de cine, de todos los cuales supo percibir su valor como recursos educativos) sino, sobre todo, porque puso esos recursos al servicio de un proyecto pedagógico y de un proceso comunicacional.


Armand Mattelart


La obra de Armand Mattelart en torno a la comunicación viene determinada por su experiencia chilena, con un desplazamiento desde la demografía a partir de la percepción del valor de la persuasión para difundir ideas de innovación social. Junto a Michèle publica un primer trabajo: La mujer chilena en la sociedad de cambio.


La posición del diario conservador El Mercurio ante los procesos de transformación social le lleva a su primer trabajo directamente relacionado con la comunicación.

En 1972, destaca la publicación del libro Para leer al Pato Donald, escrito con Ariel Dorfman, sobre los mecanismos constructivos de modelos de pensamiento en el imaginario infantil, que alcanzó un extraordinario éxito. Poco después publica Agresión desde el espacio, que surge de la percepción creciente del poder transnacional de la comunicación en un mundo cada vez más interconectado.

La orientación de este libro va a definir una serie de obras de Mattelart que se suceden hasta la publicación, en 1986, de Penser les médias (La Découverte, 1986), en las que el estudio económico de la comunicación -aproximándose al fenómeno de las multinacionales- y el determinismo tecnológico constituyen núcleos fundamentales. La influencia de las nuevas soluciones tecnológicas en el conjunto de las industrias culturales y en la reestructuración global de la sociedad se prolongan hasta América Latina en la encrucijada telemática (1983), texto escrito con Héctor Schmucler, y aflora asimismo en Comunicación y transición al socialismo. El caso Mozambique (1980) como "lecciones del mundo periférico para uso de los países europeos" o Televisión: enjeux sans frontières, junto a J.-M.Piemme ` [en español, La televisión alternativa (1981)].

Ya en Los medios de comunicación de masas. La ideología de la prensa liberal, Armand Mattelart plantea una crítica sistemática a la 'Communications research' estadounidense. Sus referentes de las sociedades dependientes y el efecto de la transnacionalización de la cultura abonan ese cuestionamiento y otros posteriores. En Tecnología, cultura y comunicación, junto a Yves Stourdzé, denuncia las enormes carencias de la investigación en Francia acerca de estos campos, y en ¿La cultura contra la democracia? Lo audiovisual en la hora transnacional, escrito con Michèle y Xavier Delcourt, aborda la televisión transnacional que define las líneas claves de la cultura de la época. Sobre este punto había publicado varios trabajos de gran interés en sus primeros libros, como Agresión desde el espacio o Multinacionales y sistemas de comunicación, cuyo capítulo quinto, 'Las series de tele-educación norteamericana: calle de un solo sentido' plantea la presencia de funcionarios del Gobierno y de las multinacionales en los consejos directivos de los que nacen 'Barrio Sésamo' y 'The Electric Company', toda vez que su objetivo, no ocultado, es modificar la educación tradicional, transnacionalizar los valores de la cultura de masas y marcar una forma de consumir el tiempo libre; pero los países dependientes de estas series ahondan con ello en su desventaja con respecto a EEUU al estar financiando sus reformas educativas comprándoles las series de tele-educación.


El punto de inflexión de Pensar sobre los medios le sirve para revisar, finalmente, la investigación teórica en torno a la comunicación, con sus determinismos, tendencias y modas, contaminaciones y enfrentamientos.

Mattelart reivindica la importancia de la reflexión epistemológica frente a los neopositivismos y la seducción tecnológica; y al proponer nuevas formas de investigación y pensamiento, establece la perspectiva para situar las rupturas y continuidades de un tiempo en el que los paradigmas han entrado en crisis y en el que han sufrido profundos cambios las relaciones de la clase intelectual con la producción cultural de masas. Unos años después, en 1996, publica, junto a Michèle Mattelart, una Historia de las teorías de la comunicación.


Jesús martín barbero

En su libro De los medios a las mediaciones Martín Barbero llega al tema del consumo por un camino distinto: a través de la crítica al “mediacentrismo” y su elaboración de la categoría de mediaciones. Sin embargo, la conceptualización del consumo que desarrolla este autor estará, en varios sentidos, íntimamente conectada con la de García Canclini. Consideramos brevemente cuatro aspectos de esta conceptualización.
En primer lugar, el desarrollo de una concepción no reproductivista del consumo, la que permite una comprensión de los modos de apropiación cultural y de los usos sociales de la comunicación. A través de la reivindicación de las prácticas de la vida cotidiana de los sectores populares, las que no son consideradas meramente como tareas de reproducción de la fuerza de trabajo sino más bien como actividades con las que “llenan de sentido su vida”, este autor considerará el consumo como producción de sentido. Dice Martín Barbero que:
[…] el consumo no es sólo reproducción de fuerzas, sino también producción de sentidos: lugar de una lucha que no se agota en la posesión de los objetos, pues pasa aún más decisivamente por los usos que les dan forma social y en los que se inscriben demandas y dispositivos de acción que provienen de diferentes competencias culturales (Martín Barbero,1987:231).
Por cierto, esta reivindicación de las prácticas cotidianas como espacios que posibilitan un mínimo de libertad no implica, en el análisis de Martín Barbero, una sobre-estimación de la libertad del consumidor. Por el contrario, estas prácticas se ubican dentro de un sistema hegemónico; son prácticas del “escamoteo” que buscan burlar el orden establecido. En esta óptica, el consumo será una práctica de producción invisible, hecha de ardides y astucias, a través de la cual los sectores populares se apropian y re-significan el orden dominante.
En segundo lugar, el énfasis en la dimensión constitutiva del consumo, lo cual supone una concepción de los procesos de comunicación como espacios de constitución de identidades y de conformación de comunidades. Martín Barbero señala:
[…] yo parto de la idea de que los medios de comunicación no son un puro fenómeno comercial, no son un puro fenómeno de manipulación ideológica, son un fenómeno cultural a través del cual la gente, mucha gente, cada vez más gente, vive la constitución del sentido de su vida (1995:183).

En su análisis de la iglesia electrónica, por ejemplo, Martín Barbero destaca que estas se caracterizan porque no se limitan a usar los medios de comunicación para ampliar sus audiencias sino más bien porque han convertido a la radio y la televisión en “una mediación fundamental de la experiencia religiosa” (Martín Barbero, 1995:184). Mediación que posibilita una sintonía con los sectores populares latinoamericanos porque “los protestantes han entendido que los medios de comunicación también son reencantadores del mundo, que por los medios de comunicación pasa una forma de devolverle magia a la experiencia cotidiana de la gente (Martín Barbero, 1995:185). Este sería el caso de una comunidad religiosa que se constituye a través de la mediación tecnológica de la experiencia religiosa.
Martín Babero resalta, en tercer lugar, la dimensión estratégica de la investigación del consumo en un contexto en que la globalización de los mercados se encuentra directamente unida a la fragmentación de los consumos. La importancia estratégica de la investigación reside, según este autor, en que permite una comprensión de las nuevas formas de agrupación social, de los cambios en los modos de estar juntos de la gente.
Por último, el planteamiento de que el consumo implica un cambio epistemológico y metodológico: cambia el lugar desde el cual se piensa el proceso de la comunicación. Marcando una clara diferencia con el paradigma de los “efectos” y la teoría de los “usos y gratificaciones” Martín Barbero señala que:
De lo que se trata [...] es de indagar lo que la comunicación tiene de intercambio e interacción entre sujetos socialmente construidos, y ubicados en condiciones que son, de parte y parte aunque asimétricamente, producidos y de producción, y por tanto espacio de poder, objeto de disputas, remodelaciones y luchas por la hegemonía (1999:21)
A mi modo de ver, es esta insistencia en un cambio en el lugar desde el cual se mira —y desde el que se formulan las preguntas sobre— el proceso de comunicación un aspecto clave del aporte de Martín Barbero a la investigación del consumo.

NESTOR GARCÍA CANKLINI

El consumo cultural: ¿una práctica específica?

En su artículo “El consumo cultural: una propuesta teórica” García Canclini se preguntaba: “¿Tienen los llamados consumos culturales una problemática específica?”. Luego ofrecía la siguiente argumentación:
Si la apropiación de cualquier bien es un acto que distingue simbólicamente, integra y comunica, objetiva los deseos y ritualiza su satisfacción, si decimos que consumir, en suma, sirve para pensar, todos los actos de consumo —y no sólo las relaciones con el arte y el saber— son hechos culturales. ¿Por qué separar, entonces, lo que sucede en conexión con ciertos bienes o actividades y denominarlo consumo cultural? Esta distinción se justifica teórica y metodológicamente debido a la parcial independencia lograda por los campos artísticos e intelectuales en la modernidad.

Desde el Renacimiento en Europa y desde fines del siglo XIX en América Latina, algunas áreas de la producción cultural se desarrollan con relativa autonomía —el arte, la literatura, la ciencia—, liberándose del control religioso y político que les imponía criterios heterónomos de valoración.


La independencia de estos campos se produce, en parte, por una secularización global de la sociedad; pero también por transformaciones radicales en la circulación y el consumo. La expansión de la burguesía y los sectores medios, así como la educación generalizada, van formando públicos específicos para el arte y la literatura que configuran mercados diferenciales donde las obras son seleccionadas y consagradas por méritos estéticos. Algo equivalente sucede con la ciencia, cuya legitimación depende de los logros en el conocimiento. Un conjunto de instituciones especializadas —las galerías de arte y los museos, las editoriales y las revistas, las universidades y los centros de investigación— ofrecen circuitos independientes para la producción y circulación de estos bienes.(García Canclini,1999:41-42).


La delimitación del “consumo cultural” como una práctica específica frente a la práctica más extendida del consumo se justificaría, entonces, por la parcial independencia alcanzada por los campos artísticos y culturales durante la modernidad. Estos campos habrían superado la heteronomía que tenían en relación a la religión y la política, lo cual se enmarca en un proceso de secularización global de la sociedad.
Pero además, el consumo cultural se constituiría como una práctica específica por el carácter particular de los productos culturales. En este sentido, se ha propuesto que los bienes culturales, es decir, los bienes ofertados por las industrias culturales o por otros agentes que actúan en el campo cultural (como el Estado o las instituciones culturales) se distinguen porque son bienes en los que el valor simbólico predomina por sobre su valor de uso o de cambio. Según García Canclini:
Los productos denominados culturales tienen valores de uso y de cambio, contribuyen a la reproducción de la sociedad y a veces a la expansión del capital, pero en ellos los valores simbólicos prevalecen sobre los utilitarios y mercantiles. Un automóvil usado para transportarse incluye aspectos culturales; sin embargo, se inscribe en un registro distinto que el automóvil que esa misma persona —supongamos que es un artista— coloca en una exposición o usa en una performance: en este segundo caso, los aspectos culturales, simbólicos, estéticos predominan sobre los utilitarios y mercantiles (1999:42).


Así, el consumo cultural llega a ser definido como “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica” (García Canclini, 1999:42).


Esta es la definición operante que ha orientado buena parte de las investigaciones sobre consumo cultural realizadas en América Latina durante los años 90. A mi modo de ver, esta construcción del consumo cultural como objeto de estudio ha sido uno de los principales —y más influyentes— aportes de García Canclini al desarrollo de la investigación en esta área.


Un proyecto inacabado

En este artículo hemos intentado recuperar los aportes de Martín Barbero y García Canclini a la conceptualización y a la investigación del consumo cultural en América Latina. En relación al proyecto “Estudios y otras Prácticas Intelectuales Latinoamericanas en Cultura y Poder”, para el cual este texto ha sido redactado, me interesa señalar que tal como ha quedado en evidencia en el desarrollo de la argumentación los aportes de estos autores no pueden ser considerados como “simples” o “convencionales” estudios comunicacionales sino que forman parte de los llamados “estudios culturales”. Entre otras razones, y retomando algunos elementos que ya han sido mencionados, quisiera destacar los siguientes. Primero, Martín Barbero y García Canclini contribuyeron a generar la inflexión teórico-metodológica desde el énfasis en el mensaje como estructura ideológica a los procesos de consumo, con lo cual han situado el análisis comunicacional en el contexto de los procesos socio-culturales. Al decir de Martín Barbero, el proyecto consiste en “pensar la comunicación desde la cultura”. En segundo lugar, estos autores han definido una cierta aproximación conceptual desde la cual se ha hecho posible abordar empíricamente el estudio del consumo. Aproximación desde la cual el consumo pasa a ser pensado como un espacio clave para la comprensión de los procesos sociales. Tercero, la formulación de la temática del consumo se encuentra asociada al reconocimiento de que una política cultural democrática requiere superar formulaciones dirigistas y vincular sus orientaciones con las demandas reales de la población. Por lo tanto, los aspectos políticos (o de política) tampoco han permanecido ajenos a esta aproximación. Por último, resaltar el planteamiento de Martín Barbero de que la investigación del consumo significa un cambio teórico-epistemológico en el lugar desde el cual se mira —y se formulan las preguntas— sobre el proceso de comunicación.
Quisiera concluir planteando tres conjuntos de interrogantes a lo que considero es un proyecto en pleno desarrollo. Primero: ¿No será necesario re-pensar la noción de “consumo cultural” elaborada por García Canclini a la luz de los profundos cambios en el contexto sociocultural que han tenido lugar en la última década? En este sentido, se podría plantear que el desordenamiento cultural al que hace referencia Martín Barbero también remite al entrelazamiento cada día más denso entre economía y cultura, con lo cual estamos aludiendo a una relación de constante intercambio, de influencia mutua entre ambos “campos”.

Podríamos decir que el consumo es precisamente el lugar donde se produce estos procesos de intercambio con lo cual estamos sugiriendo que la tajante separación de campos que supone la noción de consumo cultural desarrollada por García Canclini, y que ha guiado gran parte de la investigación en América Latina, se encuentra actualmente en un proceso de des-dibujamiento. Lo cual pareciera hacer necesario volver a la noción de consumo como una práctica cultural que se manifiesta en la apropiación y usos de todo tipo de mercancías y no sólo en los llamados “bienes culturales”.

Segundo: ¿Qué relación tienen los nuevos modos de ver/leer que desarrollan especialmente los jóvenes en el actual ecosistema comunicativo con las mediaciones en cuanto lugares de apropiación y uso de los productos? ¿Sigue siendo la cotidianeidad familiar, la solidaridad vecinal, la temporalidad social y la competencia cultural lugares que cumplen una mediación en la configuración de la televisión y las nuevas tecnologías? ¿Ha sufrido la familia y el barrio procesos de desintegración producto de las transformaciones en la ciudad, los flujos migratorios, etc.


Dejando de operar como instancias de mediación? En ese caso: ¿Cuáles son las nuevas formas de mediación que operan en la conexión/desconexión con el nuevo entorno comunicativo?
Por último: ¿Qué queda de “lo popular” en el contexto de la globalización comunicacional y de desordenamiento cultural? ¿No será que la centralidad que tuvo esta categoría en los inicios de la investigación del consumo —siendo memoria, complicidad, resistencia— ha sido sustituida por la de los jóvenes, particularmente aquellos que tienen acceso a las nuevas tecnologías? ¿Dónde quedan los jóvenes excluidos de la sociedad de la información los que, como lo ha señalado Martín
Barbero, seguirán siendo una mayoría si la escuela no asume el reto de asumir la
tecnicidad mediática como dimensión estratégica de la cultura?


MIGDALIA PINEDA DE ALCAZAR


LA MODERNIDAD Y SUS MODOS DE CONOCER: EL PENSAMIENTO PRAGMÁTICO

La modernidad como una configuración histórica de poder surge fundamentalmente en la Europa Occidental, desde el siglo XII cuando aparecen los pequeños comerciantes como precedentes de la burguesía, y desde allí se construye como proceso hegemónico mundial, que especialmente en el Siglo XVI, con el Descubrimiento de América irradia un pensamiento euro céntrico que se impone en el mundo occidental, y que en el Siglo XVIII se fortalece con el proceso de la Ilustración, como modelo cultural universal basado en la razón humana por encima de otros modos de conocer, de sentir, de pensar.

La modernidad va encontrando en la sociedad industrial capitalista avanzada su máxima expresión y su plataforma de expansión, gracias al alto desarrollo científico y tecnológico alcanzado por la segunda revolución industrial, a finales del siglo XIX.

En lo que a la ciencia se refiere, la modernidad gracias a los avances científicos tecnológicos, a los procesos de automatización, al desarrollo de las máquinas y a los avances de las ciencias físicas y exactas, logra establecer el modelo de conocimiento basado en la objetividad y en la neutralidad científica como modo único de conocer para despejar al hombre y a la ciencia de las cuestiones religiosas, de las creencias, las supersticiones, los mitos y los sentimientos. Al desaparecer la idolatría a las fuerzas naturales y a los dioses paganos, la sociedad industrial burguesa con su proceso de modernización inaugura una nueva forma de idolatría a la máquina y al conocimiento exacto.

Ese modo de pensamiento objetivo, regido por leyes racionales y certidumbres científicas basadas en la idea del progreso de la técnica y la ciencia, hace que aparezca un miedo a pensar desde el sujeto a partir de las subjetividades, el sentido y las emociones, y un entusiasmo por lo mecánico, por el cálculo, por la razón ilustrada que se apropia del pensamiento del hombre occidental, dando origen a una nueva epistemología donde la ciencia emerge como la única fuente de verdad y conocimiento.

En la práctica, el objetivismo en las ciencias sociales, establece como paradigma de producción de conocimiento el esquema de relación unidireccional de Sujeto/Objeto mediante el cual tiene lugar una separación tajante del sujeto / sujeto en los procesos de producción de saberes.

El predominio de los enfoques empiristas, racionales hace que en las ciencias sociales se establezca un discurso científico que pretende explicar los fenómenos sociales desde posturas que separan al sujeto que conoce o produce conocimiento de los sujetos u objetos conocidos. En este modo de conocer tiene lugar una objetivación de los objetos de conocimiento, que se convierten en números, en algo mensurable y la ciencia se convierte en un fin en si mismo con una orientación pragmática.


La ilustración como forma de primacía de la razón centrada en el sujeto cognoscente plantea una esperanza sustentada en el progreso de la técnica, en el dominio de la
naturaleza por el hombre y en la erradicación de todo pensamiento metafísico, el uso de la razón y la conciencia son pues la garantía de que el hombre moderno puede construir un mundo nuevo con un futuro mejor, donde él se convierte en un sujeto autónomo, independiente y liberado.

Pero, el desarrollo de la modernidad con su avanzado crecimiento económico, científico y tecnológico, lejos de liberar al hombre de los miedos y temores lo ha sometido a nuevos incertidumbres e inseguridades, y la fuerza liberadora de la ilustración devino en la racionalidad instrumental dominante del capitalismo burgués que condujo a una objetivación de la vida, de la ciencia, de la comunicación y a una separación del hombre frente a la naturaleza.

En lo que a la comunicación se refiere, la modernidad también ha significado a un extrañamiento de la esencia de la relación humana y social del intercambio comunicativo por su empeño en mitificar los instrumentos técnicos de comunicación y, especialmente, los medios masivos, como productos centrales y estratégicos de la producción industrial de la cultura, por encima de las relaciones simbólicas y de las mediaciones de significación entre los hablantes. Para la modernidad, la industria cultural y fundamentalmente los medios se convierten en instancia centrales para la reproducción social de la sociedad industrial y a partir de allí, ellos ocupan una posición estratégica tanto en lo material como en lo simbólico en la cultura occidental capitalista. De modo que dichos medios, así como con la aparición de la burguesía se separa la vida pública de la privada, desplazan el lugar de la comunicación oral, la interacción entre personas, reservada ahora a la vida privada y cotidiana, y llenan los espacios de la vida pública ayudando a construir representaciones sociales coherentes(6) con el modelo de sociedad industrial avanzada, es decir, se institucionalizaron como los lugares desde los cuales hablar y hacerse público(7). Y como máquinas para hablar, los medios contribuyen en la modernidad a consolidar lo que la Escuela de Francfort(8) ha denominado, la racionalidad tecnológica: unas tecnologías que imponen sus modos de informarse y comunicarse en el mundo moderno, que imponen su razón, que cuantitativamente tienen un crecimiento exponencial muy avanzado pero que contradictoriamente cada vez comunican menos a los humanos.

La modernidad como máxima expresión de la sociedad capitalista burguesa, del libre intercambio, del libre pensamiento y de la libertad de actuar, aunque comienza a ser cuestionada a finales del Siglo XVIII y principios del siglo XIX, por los idealistas alemanes como Hegel, Nietzsche(9), toca fondo en la segunda mitad del Siglo XX, cuando se produce un desencanto sobre hacia dónde nos conduce el desarrollo económico y material, sobre los modos de felicidad que esta sociedad permite y sobre las posibilidades de que la ciencia y la tecnología nos conduzcan hacia una hecatombe global en lugar de hacia una sociedad de la justicia y la paz.














CYBERGRAFIA:

http://www.infoamerica.org/teoria/pasquali1.htm

http://chasqui.comunica.org/kaplun.htm

http://www.infoamerica.org/teoria/mattelart1.htm

http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/cultura/sunkel.doc

http://www.dialogosfelafacs.net/75/articulo_resultado.php?v_idcodigo=54&v_idclase=8